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Example Question #51 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883)
CAMINO del pueblo de B..., situado cerca de la capital de una provincia cuyo nombre no hace al caso, íbamos en un carruaje, tirado por dos mulas, Cristina, su madre, Fernando el prometido de la joven, y yo.
Eran las cinco de la tarde, el calor nos sofocaba porque empezaba el mes de agosto, y los cuatro guardábamos silencio. La señora de López rezaba mentalmente para que Dios nos llevase con bien al término de nuestro viaje; Cristina fijaba sus hermosos ojos en Fernando que no reparaba en ello, y yo contemplaba la deliciosa campiña por la que rodaba nuestro coche.
Serían las seis cuando el carruaje se detuvo á la entrada del pueblo; bajamos y nos dirigimos á una capilla donde se veneraba á Nuestra Señora de las Mercedes, á la que la madre de Cristina tenía particular devoción. Mientras esta señora y su hija recitaban algunas oraciones, Fernando me rogó que le siguiera al cementerio, situado muy cerca de allí, donde estaba su padre enterrado. Le complací y penetramos en un patio cuadrado, con las tapias blanqueadas, y en el que se observaban algunas cruces de piedra ó de madera, leyéndose sobre lápidas mortuorias varias inscripciones un tanto confusas. En un rincón ví á una mujer arrodillada, en la que mi compañero no pareció fijarse al pronto.
Me enseñó la tumba de su padre, que era sencilla, de mármol blanco, y comprendí que no era únicamente por verla por lo que el joven había llegado hasta allí. Observé que buscaba alguna cosa que no encontraba, hasta que vió á la mujer, que era una vieja mal vestida y desgreñada, que le estaba mirando atentamente. Fernando bajó los ojos, y ya iba á alejarse, cuando la anciana se levantó y le llamó por su nombre, obligándole á detenerse.
¿Cuál fue el método de transporte que escogieron los personajes de la historia para su viaje?
Iban en un auto
Escogieron irse en un tren
Iban en bicicletas
No dice cuál método de transporte escogieron
Iban en un carruaje tirado por dos mulas
Iban en un carruaje tirado por dos mulas
This excerpt:
"CAMINO del pueblo de B..., situado cerca de la capital de una provincia cuyo nombre no hace al caso, íbamos en un carruaje, tirado por dos mulas, Cristina, su madre, Fernando el prometido de la joven, y yo."
states that the characters Cristina, her mother, her fiancé Fernando, and the first-person narrator, were traveling via carriage pulled by two mules.
Example Question #52 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883)
CAMINO del pueblo de B..., situado cerca de la capital de una provincia cuyo nombre no hace al caso, íbamos en un carruaje, tirado por dos mulas, Cristina, su madre, Fernando el prometido de la joven, y yo.
Eran las cinco de la tarde, el calor nos sofocaba porque empezaba el mes de agosto, y los cuatro guardábamos silencio. La señora de López rezaba mentalmente para que Dios nos llevase con bien al término de nuestro viaje; Cristina fijaba sus hermosos ojos en Fernando que no reparaba en ello, y yo contemplaba la deliciosa campiña por la que rodaba nuestro coche.
Serían las seis cuando el carruaje se detuvo á la entrada del pueblo; bajamos y nos dirigimos á una capilla donde se veneraba á Nuestra Señora de las Mercedes, á la que la madre de Cristina tenía particular devoción. Mientras esta señora y su hija recitaban algunas oraciones, Fernando me rogó que le siguiera al cementerio, situado muy cerca de allí, donde estaba su padre enterrado. Le complací y penetramos en un patio cuadrado, con las tapias blanqueadas, y en el que se observaban algunas cruces de piedra ó de madera, leyéndose sobre lápidas mortuorias varias inscripciones un tanto confusas. En un rincón ví á una mujer arrodillada, en la que mi compañero no pareció fijarse al pronto.
Me enseñó la tumba de su padre, que era sencilla, de mármol blanco, y comprendí que no era únicamente por verla por lo que el joven había llegado hasta allí. Observé que buscaba alguna cosa que no encontraba, hasta que vió á la mujer, que era una vieja mal vestida y desgreñada, que le estaba mirando atentamente. Fernando bajó los ojos, y ya iba á alejarse, cuando la anciana se levantó y le llamó por su nombre, obligándole á detenerse.
¿Porqué Fernando quiso ir el cementerio?
Quiso ir al cementerio para visitar la tumba de un amor del pasado
Aunque llevó al narrador a ver la tumba de su padre, hay una razón aparte por su visita que aún desconocemos
Quiso ir al cementerio para pasar el tiempo mientras rezaban su novia y la mamá de ella en la iglesia
Quiso ir al cementerio para que la narradora viera lo bonito que era
Quiso ir al cementerio para visitar la tumba de su padre
Aunque llevó al narrador a ver la tumba de su padre, hay una razón aparte por su visita que aún desconocemos
"Serían las seis cuando el carruaje se detuvo á la entrada del pueblo; bajamos y nos dirigimos á una capilla donde se veneraba á Nuestra Señora de las Mercedes, á la que la madre de Cristina tenía particular devoción. Mientras esta señora y su hija recitaban algunas oraciones, Fernando me rogó que le siguiera al cementerio, situado muy cerca de allí, donde estaba su padre enterrado."
"Me enseñó la tumba de su padre, que era sencilla, de mármol blanco, y comprendí que no era únicamente por verla por lo que el joven había llegado hasta allí."
The following excerpts show that even though Fernando did take the narrator of the story to see his father's grave in the cemetery, and that was the pretense under which he proposed the visit, the narrator realizes later that it was not just the tomb of his father that Fernando wanted to see in that cemetery. However, the actual reason, in this excerpt, is not present.
Example Question #71 : Ap Spanish Skills And Knowledge
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Cómo se sintió Fernando cuando Teresa llegó a estar a su lado para cuidarlo?
Se sintió mucho mejor, y más saludable
Se sintió frio e incómodo
Se sintió más enfermo
Sintió presentimiento, cómo si algo grave fuera a pasar
Ninguna de estas respuestas es la correcta
Se sintió mucho mejor, y más saludable
This excerpt lets us know how Fernando felt when Teresa was beside him as he fought his illness:
"Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes;..."
It should be clear that he is saying he felt much better with Teresa's presence, and he felt much healthier, as his fever immediately began to disappear.
Example Question #51 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Porqué, según Teresa, se murió?
Teresa tuvo que ser la enfermera de Fernando aunque no quiso, y fue expuesta a su enfermedad
Teresa se suicidó cuando pensaba que Fernando no se iba a recuperar
Fernando le había infectado a ella con su enfermedad, y murió por su culpa
Ninguna de estas respuestas es la correcta
Le pidió a Dios que cambiara la vida de Fernando con la de ella cuando Fernando estaba enfermo
Le pidió a Dios que cambiara la vida de Fernando con la de ella cuando Fernando estaba enfermo
The following excerpts from the passage explain what Teresa's thought process was as to the reason for her illness and death:
"La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú."
"Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»"
She asked God to save Fernando and take her instead. According to Teresa, God listened and answered her prayer, and caused her to die in place of Fernando.
Example Question #52 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Hace cuántos años se enfermó gravemente Fernando?
8
10
12
11
7
10
Fernando became ill 10 years ago. The following excerpts reveal the answer:
"...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas."
And
"Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad;"
Example Question #53 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Porqué la doña Catalina quiso renunciar para siempre su habitación y su cama?
Ninguna de estas respuestas es la correcta
Porque empezó a rentar la habitación a la mamá de Teresa
Por miedo al contagio de la enfermedad
Para respetar a Teresa y su destino trágico
Por asco al pensar que alguien se había muerto allí
Por miedo al contagio de la enfermedad
"Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad."
The above excerpt states that doña Catalina wanted to give up the room and bed that Teresa was sick and died in, due to the fear of catching her illness.
Example Question #54 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Qué paso con el compromiso de Fernando y otra joven de hace cuatro años?
Fernando se enamoró de otra mujer y cortó con la joven
El fantasma de Teresa llegó a asustar a la joven para que escogiera a alguien más, y no a Fernando
La joven encontró a un novio que prefería
Ninguna de estas respuestas es la correcta
Los padres de la joven encontraron a un novio que preferían, y la joven tuvo que someterse a su voluntad
Los padres de la joven encontraron a un novio que preferían, y la joven tuvo que someterse a su voluntad
Fernando says that four years ago he fell in love with another girl and got engaged. Her parents, however, found a match they preferred over Fernando, and the girl he was to marry has to submit to the will of her parents and marry another.
This is the excerpt where that information can be found:
"Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos."
Example Question #55 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Porqué Teresa se quedó en la casa de doña Catalina al enfermarse?
Estaba demasiado enferma para poder regresar a su propia casa
Teresa hizo ninguna estancia en la casa
Ninguna de estas respuestas es la correcta
Doña Catalina prometió cuidarla hasta su último aliento
Fernando no la dejé irse a casa porque él estaba muy preocupado
Estaba demasiado enferma para poder regresar a su propia casa
Teresa had to stay in doña Catalina's house - where Fernando also lived - because she grew ill so quickly and gravely that she was not well enough to return to her own home. The following excerpt contains this information:
"—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad."
Example Question #54 : Understanding Textual Sources
Lea el siguiente pasaje de La Casa Donde Murió por Julia de Asensi (1883), en el cual el personaje Fernando está contando su experiencia con su primera novia, Teresa:
...Así estaban las cosas, cuando hace poco más de diez años caí gravemente enfermo, atacado de unas calenturas contagiosas. Mi tía se alejó de mí, los criados se negaron á asistirme, y entonces María y Teresa se ofrecieron á ser mis enfermeras, no pudiendo oponerse mi tía á ello porque mi estado era cada vez más alarmante y exigía continuos cuidados.
Desde el momento en que Teresa estuvo á mi lado sentí un dulce bienestar, la fiebre desaparecía por instantes; pero se me figuraba ver que las mejillas de mi amada tomaban tintes rojizos, que sus labios estaban comprimidos y ardientes, que sus ojos brillaban con un fuego extraño. La enfermedad que huía de mí, se iba apoderando de ella, y era mi mismo mal el que la devoraba.
—¿Qué tienes?—le pregunté.
—He pedido tanto á Dios que salvase tu vida á costa de la mía,—murmuró la joven,—que me parece que por fin se ha dignado escucharme y me voy á morir antes que tú.
Aquello era cierto; por la noche Teresa se agravó tanto, que no pudo volver á su casa, y mi tía le ofreció su cuarto y su cama para que descansase; entonces estaba profundamente agradecida á los tiernos cuidados de la joven.
Excusado es decir que doña Catalina pensaba renunciar para siempre á su habitación y á su lecho, temiendo el contagio de la enfermedad.
Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón. Un día me dijo el médico: «Ya no hay remedio para este mal.» Y ella también murmuró á mi oído:—«Me muero, pero soy feliz, porque tú me amas y me amarás siempre.»
—¡Oh, te lo juro!—exclamé;—mi corazón y mi mano no serán de otra mujer jamás.
—Eso lo sé mejor que tú,—dijo sonriendo dulcemente; también sentiré celos desde otro mundo de la mujer á quien ames, y no consentiré que seas perjuro. No quieras á otra, no te cases nunca; no hay un ser en la tierra que pueda adorarte lo que yo, y yo te aguardaré en el cielo.
Dos días después expiraba aquella angelical criatura, que ofreció á Dios su vida á cambio de la mía.
Su madre se volvió loca.
Pagué el entierro de Teresa; compré una sepultura por diez años.... ya sabes que hoy ignoro dónde descansa su hermoso cuerpo; envié una carta á mi tía, que no la leyó hasta dos meses después de cumplirse el plazo, porque ella también estaba enferma.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar á la verdad; he amado á otras mujeres, y hace cuatro años estuve á punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente á la mano de mi amada mejor que yo, éste me fué preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse á la voluntad de sus tiranos.
Hoy adoro á Cristina y quiero unir su suerte á la mía, como ya se han unido nuestras almas. ¿Lo conseguiré? Temo que no. La fatalidad me ha traído al pueblo donde vivió Teresa; habito esta morada llena con su recuerdo; vengo á pasar los primeros días de mi matrimonio en la casa donde ella murió, y un secreto presentimiento me dice que Cristina no llegará á ser esposa mía. Ahí tienes la historia de mis amores: ¿crees que mi temor sea fundado, ó que la exaltación en que me hallo es hija de mis pasadas desdichas?
Procuré tranquilizar á Fernando, y después, mientras el joven se reunía á su bella prometida, tuve deseos de ver aquella habitación donde Teresa había muerto, y me hice conducir á ella por un antiguo servidor de doña Catalina.
¿Cómo se sintió Fernando al ver a Teresa enfermarse gravemente?
Se sintió desesperado
No sintió nada
Se sintió feliz
Se sintió deprimido
Se sintió emocionado
Se sintió desesperado
Fernando says that he felts crazy and desperate when Teresa was very ill. The following excerpt provides that information:
"Me restablecí pronto, á medida que el estado de la joven iba siendo peor.
Estaba desesperado, loco. Su madre también empezaba á perder la razón."
He may have been feeling depressed as well, but that is not clearly stated in the story.
Example Question #56 : Understanding Textual Sources
Lea el pasaje siguiente de Tony por Enrique Pérez Escrich (1855) y conteste las preguntas:
...Tony, sentado sobre su cuarto trasero, presenciaba impasible el diálogo que antecede. Pablo, irritado y refunfuñando de aquella informalidad, desató la jaca de las ramas de una encina, montó á caballo y silbó á su perro. Tony permaneció inmóvil. Mientras tanto, los dos ganaderos montaron también á caballo, alejándose de aquel sitio, pero en dirección opuesta á la que había emprendido Pablo. Tony comenzó á ladrar desesperadamente. Su amo se detuvo y le silbó segunda vez.
De pronto el mastín tomó una veloz carrera y fué á reunirse con su amo, pero sin cesar en sus imponentes ladridos. Pablo no le hizo caso, preocupado en lo que acababa de acontecerle; pero tanto y tanto ladró el perro, que por fin dirigió una mirada recelosa en derredor suyo, y dijo:—¿Qué te pasa, animal?... Tony, de dos saltos, se colocó delante del caballo, como si tratara de impedirle el paso, hasta tal punto, que llegó á ponerle sus robustas zarpas sobre el pecho.
Entonces el chalán le sacudió un terrible latigazo; pero Tony, aunque sentía el agudo dolor de aquella culebra de cáñamo que se le había arrollado por el cuerpo, no se quejó y continuó ladrando.—¡Es extraño! Nunca he visto tan fosco y tan irritado á Tony. El mastín dió una carrera, se paró á unos doce pasos de la cabeza del caballo, y se echó atravesado en medio de la angosta vereda, ladrando siempre. Cuando llegó la jaca, saltó por encima del perro para no pisar á su compañero de cuadra.
Nuevamente el perro volvió á colocarse delante del caballo, tomó carrera hasta chocar su áspera y fuerte cabeza con los redondos y blandos belfos de la jaca, que se descompuso, con grave riesgo del jinete.—Pero ¿te has vuelto loco, Tony?...—gritó el chalán, sacudiéndole un segundo latigazo más enérgico que el primero. El mastín entonces hizo presa en uno de los estribos vaqueros, y tiró con fuerza hacia atrás.
Los ojos de Tony brillaban como dos ascuas de fuego, sus gruñidos eran potentes, amenazadores; aquel noble animal representaba con hermosura salvaje la desesperación del perro á quien su amo no entiende lo que quiere decirle, y se ve privado del precioso don de la palabra. Una idea cruzó por la mente de Pablo, y descolgando la escopeta de la grupa, se dijo:—Este perro rabia. El chalán clavó las espuelas á la jaca, que llevó arrastrando al pobre Tony, sin que soltara el estribo, diez ó doce metros. Por fin Tony soltó su presa, y se quedó como enclavado en medio de la vereda.
Pablo revolvió su caballo como para hacer frente al enemigo, apuntó su escopeta, é hizo fuego. Tony exhaló un lamento doloroso, y rodó por la cañada. Pablo aplicó de nuevo las espuelas en los ijares de la jaca, que partió como un rayo, cuesta abajo, en dirección á Guadalajara. El chalán, disgustado del lance, y no queriendo contemplar la agonía de su pobre Tony, no volvió ni una sola vez la cabeza.
Cuando llegó á la posada, echó de menos el gato que encerraba los veinte mil reales. El chalán se quedó aturdido, porque aquella pérdida le colocaba en una situación difícil para hacer frente á sus negocios. Al aturdimiento siguió la desesperación; montó á caballo en su valiente jaca, emprendió á escape el camino de Val-frío, llegó en menos de tres cuartos de hora á las piedras, pero el gato no estaba allí.—¡Ah!—exclamó.—Aquí lo dejé, aquí lo puse por mi propia mano.... ¡Esos miserables me han robado!... Ahora comprendo que mi noble Tony me avisaba, me decía: «Vuelve atrás; te dejas tu dinero.» Y yo, miserable, estúpido, imbécil, he pagado su lealtad dándole la muerte. Y Pablo se golpeaba la frente y se arrancaba los cabellos.
—¡Tony! ¡Tony! ¡Tony!—comenzó á gritar con desesperación. Pero cada uno de estos gritos que brotaba del alma del chalán sólo levantaba un eco en los barrancos. Pablo, abrumado bajo el peso de su desgracia, se sentó en una de las tres piedras, y entonces vió con sorpresa unas manchas de sangre y la tierra movida como si se hubiera revolcado un animal. Con los ojos inmensamente abiertos reconoció el terreno que le rodeaba, y observó que aquí y allá, en dirección del monte, había manchas de sangre.
¿Porqué Pablo decidió regresar a Val-frío después de llegar a la posada en camino a Guadalajara?
Ninguna de estas respuestas es la correcta
Se dio cuenta que el cuerpo de Tony, dejado sin enterrar, podría infectar a más animales en los alrededores
Decidió que ya no quería ir a Guadalajara
Se dio cuenta que no tenía su gato con veinte mil reales
Se dio cuenta que no tenía su gato con veinte mil reales
Before realizing that he had shot and possibly killed Tony for no reason, Pablo realized that he didn't have the 20,000 reals worth of gold and silver that was in his money-bag. He realized he had left it out in the open, and had to go back and get it. Only after this realization did he feel badly about what he did to Tony.
"Cuando llegó á la posada, echó de menos el gato que encerraba los veinte mil reales. El chalán se quedó aturdido, porque aquella pérdida le colocaba en una situación difícil para hacer frente á sus negocios. Al aturdimiento siguió la desesperación; montó á caballo en su valiente jaca, emprendió á escape el camino de Val-frío, llegó en menos de tres cuartos de hora á las piedras, pero el gato no estaba allí.—¡Ah!—exclamó.—Aquí lo dejé, aquí lo puse por mi propia mano.... ¡Esos miserables me han robado!... Ahora comprendo que mi noble Tony me avisaba, me decía: «Vuelve atrás; te dejas tu dinero.» Y yo, miserable, estúpido, imbécil, he pagado su lealtad dándole la muerte. Y Pablo se golpeaba la frente y se arrancaba los cabellos."
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