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Example Questions
Example Question #91 : Understanding Textual Sources
Adapted from "Rimas: XIII" in Obras by Gustavo Adolfo Bécquer (1871)
Tu pupila es azul, y cuando ríes,
Su claridad süave me recuerda
El trémulo fulgor de la mañana
Que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras,
Las transparentes lágrimas en ella
Se me figuran gotas de rocío
Sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo,
Como un punto de luz, radia una idea,
Me parece en el cielo de la tarde
Una perdida estrella.
Según el autor, ¿cómo se ven las lágrimas del sujeto del poema?
Son como el mar.
Son como un vaso de agua tirado.
Ninguna de estas respuestas es la correcta.
Son como una cascada saliendo de un bosque verde.
Son como gotas de rocío sobre una violeta.
Son como gotas de rocío sobre una violeta.
The author described the tears of the subject as drops of dew on a violet.
Tu pupila es azul, y cuando lloras,
Las transparentes lágrimas en ella
Se me figuran gotas de rocío
Sobre una violeta.
Example Question #92 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese [11]preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El [12]Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
Quién es el esposo de la hermana de Manuel?
Don Casiana
Un superhombre
Roberto Hasting
Un bombero
Un policia
Un bombero
From the sentence "Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero. . ." we know that Manuel's sister has recently married a "bombero," or firefighter.
Example Question #93 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
Según el narrador, ¿qué valora más la gente joven?
Ropa vieja
Joyería
Dinero
Sabiduría
Ropa nueva
Dinero
The passage says:
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
From this, we can understand that the narrator believes that Manuel would have preferred a small amount of money to the old clothes given to him by his sister. While new clothes and jewelry are not specifically mentioned, we can infer from the passage that Manuel would prefer money over those things.
From the following paragraph, we can determine that young people, in the perspective of the narrator, are not as interested in spiritual wealth as they are in material wealth:
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro.
Example Question #94 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
Qué consejo recibió Manuel sobre el trabajo?
El trabajo es solo para los pobres.
La suerte es más importante que el trabajo.
El trabajo es inútil
El trabajo es beneficioso
Él tiene que seguir sus sueños.
El trabajo es beneficioso
The passage states,
Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
The advice about work is never explicitly stated, but rather we are told that it was both good and vague, and that it had to do with the idea that work is the greatest virtue and idleness is the biggest vice.
Example Question #95 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
Dónde está el Superhombre, según la Doña Casiana?
En la casa de sus padres
En la casa de Doña Casiana
En la oficina de un periódico
En el balcón
En la tienda
En la oficina de un periódico
"—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón."
In this part of the passage, we learn that the Superman no longer lives with Mrs. Casiana. Instead, he is at the office of a newspaper called "El Mundo" that has a sign on the balcony.
Example Question #96 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
¿Por qué el Superhombre no vive con la Doña Casiana?
Porque ella siempre coqueteaba con él.
Porque el no se sentía seguro en la casa de ella.
Porque el quería vivir con ella.
Porque sus padres no lo dejaron vivir con ella.
Porque el no había pagado su arrenda.
Porque el no había pagado su arrenda.
"—No, estaba ya harta de que no me pagara."
This is a quote from Doña Casiana, that translates to "I was tired of him not paying me." We can safely assume that she is speaking about "la arrenda," the rent.
Example Question #97 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
¿Cómo se siente Manuel sobre su vida?
Quiere un cambio, pero no está liso para llevarlo al fin.
No quiere ningún cambio.
Él cree que su vida es buena.
Está listo para un cambio.
Tiene miedo de cambios.
Está listo para un cambio.
"Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin."
According to this section, Manuel felt ready to seriously attempt to change his life. In addition, he felt capable of making a decision and following through on it.
Example Question #98 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
¿Qúe pretende decir el autor cuando escribe "una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro''?
El dinero y los consejos valen lo mismo.
Un bueno consejo vale más que dinero.
Dinero vale mas que un buen consejo.
Es fácil perder un buen consejo.
La riqueza dura para siempre.
Un bueno consejo vale más que dinero.
". . . una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro.''
The narrator is telling us that money is easily spent, things bought can be lost, but that you cannot lose good advice. In fact, it will stay with forever without deterioration, even if you do not take care of it at all.
Example Question #99 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
Cuando el autor escribe que "no había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal," ¿Cómo podemos interpretar la palabra "repiquetear"?
tocar
estirar
golpear
bailar
señalar
golpear
"No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal . . ."
Because there was no bell, we can infer that "repiquetear" is equivalent to "golpear," or hit, in this context, since we know that Manuel is trying to get the attention of "the Superman," who he believes may be inside.
Example Question #100 : Understanding Textual Sources
Adapted from Mala Hierba by Pío Baroja (1904)
Mientras tanto, Manuel subía y bajaba las casas de toda la calle en busca de Roberto Hasting.
Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida, se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin.
Su hermana mayor, que acababa de casarse con un bombero, le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano y algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales y la ociosidad la madre de todos los vicios.
Es muy posible, casi seguro, que Manuel hubiese preferido a estos buenos y vagos consejos, a esta gorra de forma y color absurdos, a la chaqueta vieja, al sombrero anciano, a la bufanda raída y a los pantalones rotos, una pequeña cantidad de dinero, ya fuera en cuartos, en plata o en billetes.
La juventud es así, no tiene norte ni guía; imprevisora siempre, concede más valor a los dones materiales que a los espirituales, sin comprender en su ignorancia absoluta que una moneda se gasta, un billete se cambia, y las dos cosas pueden perderse, y en cambio un buen consejo ni se gasta ni se pierde, ni se reduce a calderilla, y tiene además la ventaja de que sin cuidarse de él para nada, dura eternamente, sin enmohecimiento ni deterioro. Prefiriese una cosa u otra, hay que confesar que Manuel tuvo que contentarse con lo que le dieron.
Con este lastre de los buenos consejos y de las malas prendas de vestir, sin vislumbrar ni un cuarto de luz en su camino, Manuel repasó en la memoria la corta lista de sus conocimientos, y pensó que de todos, el único capaz de favorecerle era Roberto Hasting.
Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
—¿Sigue viviendo en su casa de usted?
—No, estaba ya harta de que no me pagara. No sé donde vive; pero le encontrarás en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa, y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal, en donde había grabados dos mundos, el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
¿Cómo describiría la ropa que recibió Manuel?
Antigua, pero caro
Fea y antigua
Nueva y bonita
Nueva, pero barata
Ni nueva ni vieja
Fea y antigua
"Su hermana mayor. . . le regaló unos pantalones rotos de su esposo, una chaqueta vieja y una bufanda raída. Además añadió a la donación una gorra de forma y de color absurdos, un sombrero hongo anciano. . ."
From this excerpt we can learn that the clothing was torn, old, threadbare, and absurd.
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